sábado, 30 de octubre de 2010

TODO ESTÁ EN LOS LIBROS


"Todo, todo, todo está en los libros"... Recuerdo el estribillo de esta canción de Vainica Doble, aquel dúo formado por Carmen Satonja, y Gloria Van Aerssen, que Sanchéz Dragó utilizaba en su programa literario de televisión española, "Negro sobre Blanco", allá por el año 1997.

 Hace unos días, visitando la sección de libros de una conocida cadena de grandes almacenes, en busca de algo que llevarme a los ojos, me encontré con una novedad literaria, un texto firmado por Albert Boadella, y Fernando Sánchez Dragó. Su título, "Dios los cría... "... y ellos hablan de sexo, drogas, España, corrupción..."

  Dado que ambos son defensores de la tauromaquia, pensé que en el libro se haría referencia a la misma, así que, me puse a hojearlo con el fin de encontrar los desatinos que seguro habrían escrito al respecto. Después de pasar algunas páginas, lo encontré: "los niños deberían volver a las plazas de toros, en vez de ir a esos parques de atracciones imbéciles". Leída esta frase lapidaria, cerré el libro, y lo dejé en el montoncito en el que se reunían algunos ejemplares más. Pensé que esta porquería no habría quedado mal en la pira de libros que se quemaban en la película de Francois Truffaut, adaptación de la novela de Ray Bradbury, Fahrenheit 451.

  El miércoles, en un foro que suelo frecuentar, me encontré con un hilo que titulaba: "Mucho cuidao con Dragó (sic)". Y fue allí donde me topé con las declaraciones de uno de mis bufones favoritos del Reino; el otro es Boadella, que intercambia con él en el libro, el papel de emisor y receptor de los mensajes

 Y así es: "Dios los cría, y ellos se juntan".

 En el foro, no se hacía referencia a la frase que he reproducido anteriormente, en la que se hacía alusión a la tauromaquia, sino a algo mucho más repugnante: Dragó reconoce que tuvo relaciones sexuales con dos chicas japonesas de ¡13 años!, y no solo lo reconoce, sino que se jacta de ello en un tono chulesco y prepotente. Cuenta que salió del metro y se topó de frente "con unas lolitas de esas -ahora hay muchas- que visten como zorritas, con los labios pintados, carmín, rimel, tacones, minifalda...". "Las muy putas se pusieron a turnarse". Y afirma: "Las delincuentes eran ellas y no yo".

 Los hechos sucedieron en Japón en 1967, cuando el baboso, presunto pederasta, tenía la edad de 31 años, que ya es una edad para no andar haciendo el gilipollas. Y no sé si el término pederasta es el adecuado en este caso, ya que, al parecer, no hubo abusos sexuales, sino consentimiento por parte de las "muy putas que se turnaban". Creo que será más acertado el término de pedofilia,  que es la atracción erótica o sexual que una persona adulta siente hacia niños o adolescentes. El mismo bufón ha reconocido que le atraen y le ponen las niñas de 15 años.

 Todavía hay quien se plantea si esto no ha sido más que una maniobra para promocionar el libro, e incluso los hay que se refieren a estos hechos como una anécdota sin importancia. Los hay incluso que nos tildan, a los que hemos puesto el grito en el cielo, de ser unos moralistas de mierda, incapaces de ir al fondo del problema: el de las redes de prostitución, de la explotación de menores, de la pederastia, de la pedofilía, cómo si nosotros, simples "mindundis terrenales" tuvieramos hilo directo con las mafías que controlan toda esta inmundincia, y tuviéramos el poder suficiente para acabar con ellas.

 Los hay incluso, en la legión de los fachas empedernidos, que nos cuentan que el ataque a Dragó, se debe a sus ideas políticas, aunque él, en un ejercicio de cinismo sin límites, se declare anarquista.

 Y es entonces cuando uno se hace preguntas sobre la ética y la moral del ser humano: ¿qué es más ético, follarse a una niña de 13 años, se tenga la edad que se tenga, aunque con el agravante de tener 31, o no hacerlo? ¿Quién fomenta la pedofilía, el que lo hace o el que no lo hace? ¿Quién fomenta su existencia? ¿Quién la justifica? ¿Quién fomenta la violencia y el maltrato a los animales, el que lleva a sus hijos a una plaza de toros, o el que los lleva a un imbécil parque de atracciones?

 Dragó, en su blog, se retracta de lo narrado en su conversación con Boadella, transformando su asqueroso libro en un relato de ficción, cosa que parece una contradicción con el título del mismo.

 Las respuestas no se han hecho esperar:

 Viajes Barceló, que tenía contratado un servicio de viajes con el ególatra, le ha dado con la puerta en las narices, y ha cerrado la página que dedicaba a publicitarlo.

 Algunas librerías han decidido retirar el bodrio de sus estanterías.

 La ministra de "incultura", señora Sinde, le ha leído la cartilla.

 El comité de trabajadores de TeleMadrid, ha pedido su despido, mientras que su empleadora se ha lavado las manos, aunque habrá que ver hasta cuando.

 Una asociación de mujeres artistas, ha pedido a la intervención de la Fiscalía del Estado.

 Los ciudadanos debemos estar contentos. Una simple columna de opinión aparecida en un diario de "provincias" ha dado lugar a las consecuencias relatadas.

 Esperemos que el bufón de la Corte de Madrid se lo piense dos veces antes de abrir el buzón que tiene por boca.

 Efectivamente, "señor" Dragó: todo, todo, todo, está en los libros... hasta el retrato de su incurable estupidez.

 Aquí está la prueba, un audio de 1986.

viernes, 8 de octubre de 2010

COMUNICADO DE AVAT A LOS ESTAMENTOS VETERINARIOS

Comunicado de AVAT a los presidentes de los colegios de veterinarios, al Presidente del Consejo General de Colegios de Veterinarios, y a los decanos de las facultades de Veterinaria de España.

 Ilustrísimo señor:
 Sirvan de introducción a esta carta unas frases aparecidas en la revista “Profesión Veterinaria”, editada por el Colegio Oficial de Veterinarios de Madrid,  en su número 55 del año 2003, y firmadas por el hoy Presidente del mismo, Don Felipe Vilas Herranz.

 Decía el señor Vilas en su artículo titulado “Reflexiones acerca de los veterinarios y los toros”:

“De pocos temas profesionales hablamos tanto los veterinarios (que no escribimos) como del tema de los toros y la fiesta”, y añade:

“Si este artículo estuviera escrito hace veinte o treinta años, prácticamente todos los veterinarios nos sentiríamos reflejados, en mayor o menor medida, en ese párrafo anterior; pero hoy la situación de la profesión con respecto a la fiesta de los toros ha cambiado y está cambiando mucho. Hoy son más los veterinarios a los que no les gusta el espectáculo, que no participan de casi nada de lo que rodea a la fiesta y que, en muchos casos, cuestionan la labor de los veterinarios que actúan como profesionales en los espectáculos taurinos”

 Continua el señor Vilas diciendo:

 “Aunque sólo sea por respeto a estos veterinarios, que hoy son mayoritarios, los veterinarios que ejercen en espectáculos taurinos deben explicar en qué consiste su trabajo, si ese trabajo se realiza con rigor técnico y criterios científicos, y por qué existe tanta contaminación entre lo estrictamente profesional como veterinario y lo “taurino”; y también si esta contaminación beneficia o perjudica a la imagen de los veterinarios y a la Veterinaria en su conjunto y por qué, si es un tema que suscita tanto interés, se investiga y se escribe tan poco por los profesionales”.

 Y para terminar esta introducción, citaremos otra frase que aparece en el escrito:

 ”... los  veterinarios deben apartarse de los “tópicos taurinos al uso” en el lenguaje empleado, utilizando la terminología que hemos aprendido en nuestro currículum profesional, y separar nuestra actividad de los elementos folklóricos”.

 Han pasado más de siete años desde que se escribió el texto del que hemos extraído lo reflejado anteriormente, y podemos afirmar que hoy, las palabras del señor Vilas siguen teniendo plena vigencia. Es evidente que cada día somos más, y por tanto mayoría, los veterinarios que cuestionamos los espectáculos taurinos, pero no sólo con la indiferencia, sino con la palabra, con los escritos surgidos de una profusa revisión e investigación bibliográfica,  y con la militancia abolicionista activa, esos conceptos que tanto echaba de menos el hoy Presidente del Colegio Oficial de Veterinarios de Madrid.

 Como todos ustedes deberían saber, en el año 2008, un grupo de profesionales creamos la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia (AVAT), que desde entonces ha desarrollado una extensa labor de divulgación científica, en la que hemos incidido especialmente en el sufrimiento injustificado de los bóvidos que son utilizados en los espectáculos taurinos.

 Decimos que deberían saberlo, porque a raíz de la inscripción de AVAT en el registro de asociaciones del Ministerio del Interior, se solicitó mediante el envío de correos electrónicos a todos los colegios provinciales y al Consejo General, que se hiciera pública nuestra existencia a través de sus medios de comunicación. Tan sólo el provincial de Bizkaia, y curiosamente el nacional de Chile, tuvieron la delicadeza de hacerlo. Aún hoy, nos preguntamos las razones por las que un derecho que creemos poseer, nos ha sido negado, y por ello hacemos un llamamiento al respeto del que hablaba el señor Vilas.

  También han sido muchas las ocasiones en que hemos enviado escritos firmados por nuestros veterinarios asociados para que fueran divulgados, y ninguno ha sido publicado.

 A modo de resumen, mencionaremos que nuestra asociación fue invitada al Parlamento de Bruselas en junio de 2008 para presentar una ponencia: “Razones para abolir la tauromaquia: por qué el toro si sufre”, y se la citó como compareciente en la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento de Cataluña, durante la tramitación de la ILP, que ha provocado la abolición de las corridas de toros en dicha comunidad autónoma.

 Además han sido numerosos los foros, y jornadas en los que hemos explicado nuestras conclusiones, y son muchos los escritos que hemos realizado para responder al estudio que pretendía hacer creer a los ciudadanos que el toro no sufre durante la lidia. También hemos hecho acto de presencia en debates de radio y televisión, y hemos sido citados en numerosas ocasiones en medios de prensa. Hemos conseguido gracias a nuestra constancia, coherencia, y a la razón que nos asiste, que hoy sea reconocido el padecimiento del toro durante la corrida, y en los festejos en que los que interviene. Nuestras conclusiones han sido ratificadas por el colectivo francés “Vétérinaires pour l´abolition de la corrida”, y por la asociación norteamericana “Humane Society Veterinary Medical Association”.

  Siete años después de que el señor Vilas escribiera su interesante artículo, las cosas siguen exactamente igual. Nada ha cambiado, y creemos llegada la hora de que se haga.

  Ya en el año 2002, La Federación de Veterinarios de Europa, formada en aquel entonces por 32 estados miembros, redactó un detallado borrador de buenas prácticas veterinarias, en el que se podía leer:

 “La sociedad se pregunta cada vez más en qué condiciones viven y mueren nuestros animales”.

 Aún así, entendemos que, mientras las corridas de toros, y el resto de espectáculos que forman parte de la tauromaquia sean legales en nuestro país, los veterinarios que así lo deseen, deberán estar implicados en ellos, realizando las labores clínicas, de mejora genética, y cuidado de su alimentación, velando por su salud, y por el cumplimiento de las normas que los reglamentan; pero no debemos ir más allá, es decir, debemos “separar nuestra actividad de los elementos folklóricos”, y especialmente debemos ser capaces de reconocer y no negar el sufrimiento tanto físico como psíquico al que son sometidos, justificados por sus defensores en los supuestos atributos que dicen caracterizan a la raza de lidia.

 Tampoco debemos olvidar que son muchas las ocasiones en que las que la labor de nuestros compañeros en las plazas y festejos, son sistematicamente cuestionadas, no sólo por nuestra asociación, y otros compañeros de profesión, sino por un numeroso grupo de aficionados.

 AVAT ha presentado denuncias sobre el incumplimiento de los reglamentos taurinos en algunas corridas de toros, y festejos populares, y las respuestas recibidas por los colegios de veterinarios implicados han supuesto el desprecio más absoluto a nuestras peticiones.

 Debemos también ser capaces de reflexionar sobre si la intervención de los veterinarios en los espectáculos taurinos, no choca frontalmente con lo que nos exige el código deontológico de nuestra profesión, y que es de obligado cumplimiento: “La salvaguarda de la vida, la salud, la dignidad y el bienestar animal”.

  Sabemos que son muchos los colegios provinciales que otorgan premios y galardones a toreros, ganaderos, y toros lidiados.
  Sabemos que se ceden los espacios que pertenecen a todos los veterinarios para exposiciones de pintura, escultura y presentación de publicaciones divulgativas relacionados con la tauromaquia, y que incluso sus tribunas son utilizadas  para conferencias que carecen del más mínimo carácter científico exigible en el entorno en que se realizan.
  Sabemos que el Consejo General de Colegios de Veterinarios de España, aparece como integrante de la organización “La Mesa del Toro”, y que según datos publicados aporta a la misma 30.000 euros al año.

 Por todo ello pedimos que:
 1. La decisión de seguir apoyando y fomentando estas prácticas, que creemos que están lejos del sentir de la mayoría de los compañeros de profesión, sea consensuada entre todos aquellos que sufragamos materialmente los actos y hechos mencionados.

 Sirva como ejemplo de lo que exponemos, la protesta presentada recientemente por una compañera del colegio de veterinarios de Valencia, ante la concesión de un trofeo a un toro lidiado en la feria de dicha ciudad, haciendo coincidir la entrega del galardón con la celebración de la festividad de San Francisco de Asís, nuestro patrono; la entrega de un premio a la mejor ganadería de la feria de San Isidro de Madrid, que se perpetua año tras año, o el que se iba a otorgar al mejor toro de la de Cádiz, que ha quedado desierto. Todos estos actos, y muchos más, son organizados y financiados por los colegios de veterinarios.

 Es necesaria la apertura de un debate entre los miembros y estamentos de nuestra profesión, en todos los colegios provinciales en los que se realicen este tipo de prácticas, que debería ser coordinado desde nuestro máximo órgano de representación, el Consejo General de Colegios de Veterinarios de España, con la debida coherencia y transparencia.

 2. De no ser aceptada nuestra propuesta, les rogamos hagan constar durante la entrega de los galardones, que éstos son entregados sin la aceptación de los veterinarios que forman parte de la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia, y de los que se adhieran a nuestra iniciativa, cuyos nombres, y colegio provincial al que pertenecen no tendríamos inconveniente en hacerles llegar con el objeto de la realización de un listado de los mismos.

3. Dado que como veterinarios formamos parte del Consejo General, y que éste a su vez forma parte de “La Mesa del Toro”, exigimos que nos sea descontado de nuestras cuotas colegiales la parte proporcional a la subvención que esta asociación percibe por parte de nuestro máximo órgano de representación, si es que se decide que no le sea retirada. No debe ser complicado entender que la pertenecencia a dicha asociación, y la subvención que recibe por parte del Consejo, chocan frontalmente con los principios por los que fue creada nuestra asociación, y por tanto de los miembros que a ella pertenecen. Hacemos por tanto público nuestro derecho a objetar sobre esta circunstancia.

 4. Solicitamos que nuestra petición se haga extensiva a todas aquellas facultades de veterinaria que contemplen la organización de este tipo de actos, alejados de lo estrictamente académico y más próximos al “folklóre” taurino al que hacía referencia el señor Vilas hace 7 años, que a nuestro protagonismo dentro de estas manifestaciones, que para nosotros sólo suponen maltrato, dolor, y sufrimiento para estos animales.

 Atentamente.

 José Enrique Zaldívar
 Marta Jimeno
 Miguel Ibañez
 Lina Sáez
 Francesc Minguell
 Rafael Luna
 Patricia Garrido
 Walter Suarez

Junta Directiva de AVAT.

Asociación adherida a la Plataforma “La Tortura no es Cultura”.

Esta carta será enviada a los presidentes de los colegios veterinarios, al presidente del Consejo General de Veterinarios, y a los decanos de todas las facultades de veterinaria de España