sábado, 30 de junio de 2012

LA FOTO: BURLA TAURINA A LA CULTURA




En julio de 2011, el Consejo de Ministros de Zapatero, aprobaba un Real Decreto por el que el Ministerio de Cultura asumía las competencias en tauromaquia y actividades taurinas. Era el punto y final a un despropósito por el que la ministra Sinde y el ministro Rubalcaba cedían a las presiones del lobby taurino.
Con la llegada del PP al poder y el nombramiento de un taurino, el señor Wert, como ministro de Educación, Cultura y Deporte, estamos asistiendo a una pesadilla para todos aquellos que creemos en la CULTURA con mayúsculas.

Aceptar de forma oficial que espectáculos reglamentados y basados en el sufrimiento animal pueden formar parte de la cultura de España en el año 2011 (siglo XXI) es un apagón analógico de la inteligencia, una incineración de las neuronas.

Lo complicado de esta perversa decisión era y es vender el producto, convencernos de que los toreros y todos aquellos que de una u otra manera se lucran con estos espectáculos de crueldad, han entrado por derecho en el mundo de la cultura o dicho de otra manera y utilizando un símil taurino, que lo han hecho por la puerta grande con todo merecimiento.

Es así cómo, a través de una campaña perfectamente orquestada y organizada desde diversos estamentos, se han encendido los focos del plató taurino y se está realizando, produciendo y dirigiendo esta película de terror a cuyo rodaje estamos asistiendo perplejos en directo.

La ministra Sinde también nos dejó el Premio Nacional a la Tauromaquia, de carácter anual y dotado con 30.000 euros. El escritor peruano y premio Nobel, Mario Vargas Llosa, el filósofo Fernando Savater, los cantaautores Luis Eduardo Aute, Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Alejandro Sanz, algunos tenistas del equipo español de la Copa Davis, pilotos de motos como Héctor Barberá y Toni Elías, patanes de la farándula como Bertín Osborne, bufones como Albert Boadella, titiretos como Fernando Sánchez Dragó, o el casposo presentador de la capa de televisión Ramón García, nos han dejado manifestaciones inequívocas de su apoyo a la tauromaquia.  Yo no creo en las casualidades… Alguno podrá interpretar que falto al respeto a todos los nombrados con los calificativos que he utilizado, pero no, soy profundamente respetuoso con quien me respeta, y los nombrados nos han descalificado a los abolicionistas de la tauromaquia con epítetos mucho más fuertes, así que, no merecen ninguna consideración.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, a través del Centro de Asuntos Taurinos, cambió el nombre de la Feria que se celebró en la plaza de toros de Las Ventas, una vez concluida la de San Isidro, que pasó a llamarse del “Arte y la Cultura” en vez de “Feria del Aniversario”.

Los matatoros han aparecido en medios de prensa vestidos con la máxima elegancia, como si fueran modelos de pasarela, y hemos asistido a espérpenticas entrevistas radiofónicas como la que le hizo a “Joselito”, con motivo de la presentación de su “libro”, Montserrat Domínguez en la SER, en la que el exmatatoros afirmó que el primer libro que había leído fue “La Ciudad y los Perros”, nada más y nada menos. Todos conocemos quién es el autor de esa obra.

También hemos visto a Cayetano Rivera, a Vargas Llosa (“La Ciudad y los Perros”) y a Alejandro Sanz, en el nuevo programa de Julia Otero en Televisión Española, en el que cómo no podía ser de otra manera han dejado sus mensajes a favor del tauricidio.

El remate, aunque todavía tendremos que asistir a muchos más pantomimas, que pretenden justificar lo que no puede ser justificado, es la aparición de la foto que ilustra este texto en ABC: Juan José Padilla, pulcramente vestido, delante de una biblioteca, que según consta en la noticia, se hizo en la librería San Ginés de Madrid.

La fotografía parece tener una clara intención, la de hacernos llegar el mensaje de la gran proximidad de este guerrero (ya le apodan “espartano”) con el mágico mundo de los libros, en definitiva con la que puede ser la máxima expresión de la CULTURA, la literatura.

Como dice el refrán: “antes se coge al mentiroso que a un cojo”. Ha bastado utilizar el zoom del ordenador para darnos cuenta del cutre montaje del que ha parido  este nuevo fragmento de la terrorífica película.  La espalda del “espartano” está bien cubierta. Esta vez no es el burladero de la plaza el que la protege, sino un gran número de viejos textos cuyas solapas dejan entrever el paso del tiempo. No está rodeado del ruidoso público sentado en los tendidos del coso taurino, sino del silencio de las letras que llenan esos libros, que esperan ser abiertos y leídos para transmitir lo que contienen, conocimiento, cultura en definitiva.

¿Cómo es posible qué en este espacio de estantería, que forma parte de las muchas que debe tener la librería San Ginés, aparezcan un “Tratado de Botánica”, uno de Derecho (“Tribunales y Jueces”), uno de Psiquiatría en inglés ( “The Yearbook of Psychiatry and Applied Mental Health 1994") y el “Diccionario Amaya de Lengua Vasca”? ¿Será posible que este desorden sea el que reina en las estanterías de este establecimiento, que dicen, abrió sus puertas en el siglo XVIII en el Pasadizo de San Ginés 2 de Madrid, calle próxima a Sol?

Resulta curioso que sólo sea posible leer, con dificultad, los títulos de estos cuatro volúmenes, eso sí, fijando mucho la vista o aumentando el tamaño de la foto, mientras que los del resto de los libros se hace imposible.
¿Es posible que el que colocó los textos nos quisiera mandar el mensaje subliminal de lo variados que pueden ser los gustos de este iletrado? ¿Es posible que nos quisiera colar la idea de que lee en inglés, que le gusta la naturaleza, que se interesa por las cuestiones del Derecho y que incluso está a favor de la diversidad de lenguas y de identidades de nuestro Estado? ¿Es posible que alguien pueda ser tan estúpido? ¿Es posible que un imbécil haya puesto en práctica lo que intentó demostrar, sin éxito, James Vicary en 1957? La Asociación Estadounidense de Psicología, ya explicó que los estímulos subliminales están subordinados a estímulos asociativos estructurados previamente y que su único papel es el de reforzar una determinada conducta o una determinada actitud previa.

Después de darle vueltas a todas las posibilidades, puede ser que así haya sido, y si no lo es, es decir, que haya sido casual la ubicación de los libros, no deja ser un atentado a la inteligencia presentarnos este personaje rodeado, esta vez sí y sin que le sirva para nada, de sapiencia y sabiduría.

Si la tauromaquia ha entrado en el Ministerio de Cultura, en España todo es posible.

José Enrique Zaldívar Laguía.

viernes, 1 de junio de 2012

LA DRAMÁTICA Y CRUEL MUERTE DE UN TORO EN LAS VENTAS

Las primeras fotos de la corrida. Habrá más... Tenéis toda la libertad para que sean vistas en donde estiméis oportuno, pero si os pido que hagáis saber que han sido tomadas por la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia. No se trata de darnos "bombo" sino que se sepa que estamos en lo que estamos y sabemos lo que hacemos y lo que contamos. Las tenemos en alta resolución, éstas y las que más adelante publicaremos, por lo que, cualquier asociación que las quiera utilizar para pancartas o carteles no las puede pedir y veremos la manera de hacerlas llegar.

Crónica de una muerte dramática y cruel. Quinto toro de nombre "Letrado". Las Ventas. 30 de mayo de 2012. Lo que Burladero ha explicado como una "estocada de recurso caída y fulminante" en su web. Burladero: una burla de burladores.



La secuencia de fotos en Picassa.


Vídeo con las imágenes.


Quinto toro de la corrida del día 30 de mayo de 2012 (Plaza de Las Ventas)

“Letrado”. 624 Kg. 5 años (11.06.2006). Negro Listón. Ganadería Carriquiri.

Torero: Ignacio Garibay. (Méjico D.F)

Así nos contaba la muerte de este toro la web de Burladero: “Estocada de recurso caída y fulminante”.

Una mentira taurina, como es habitual, pero ésta, de un cinismo que acogota.

Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pero una secuencia de ellas, nos explicarán de forma clara lo que padeció este toro.

Esta es la crónica de una muerte dramática y cruel, fruto de la nula compasión de un torero y de un inútil puntillero, una manifestación más de una gran mentira, de lo que ellos llaman amor al toro bravo, en definitiva de lo que es la tauromaquia.

La estocada, como dice el medio taurino, era caída, en el lado derecho, pero no fue fulminante. Dada la situación del acero, el daño que provocó fue una lenta hemorragia, ya que debió quedar clavada en uno de los lóbulos pulmonares sin alcanzarlo plenamente. El toro moriría tragándose su sangre, que poco a poco iría invadiendo su cavidad torácica dando lugar a una lenta asfixia. Externamente sólo veríamos unos pequeños hilos de sangre que saldrían por su boca y su nariz.

Es cierto que el animal cayó poco después de recibirla, por lo que el matador optó por no usar el descabello y dejar la labor de acabar con la vida del toro al subalterno.

Dicen los taurinos y algunos veterinarios que descabellar es lo mismo que apuntillar. Yo siempre lo he negado y ésta es una buena prueba de ello.

Lo dramático y cruel vino después.

Cómo podéis ver en la secuencia de fotografías, el puntillero ejecutó la maniobra más de 8 veces, pero lo terrible es que en ese tiempo, el toro se levantó dos veces buscando la salida de la plaza, pensando que de esta forma escaparía de la tortura a la que estaba siendo sometido.

El animal, una vez recibida la estocada, buscó las tablas y dobló las manos. Poco después se acercó el puntillero y clavó el puñal en el espacio occipito atlantoideo, que se encuentra en la zona anterior a la primera vértebra cervical (atlas). Una vez introducido el cuchillo, éste debería destrozar el tronco encefálico o bulbo raquídeo. Esta estructura forma parte del Sistema Nervioso Central y pone en comunicación la médula espinal con el encéfalo. Su función es regular los ritmos respiratorio y cardiaco, por lo que su lesión debería provocar la parada cardiorrespiratoria en el animal. La sangre, cargada de CO2, llegará al encéfalo y el animal morirá en pocos segundos, siempre y cuando se realice con la debida destreza.

Siguiendo la secuencia se puede ver que el toro se gira y se marcha, andando lentamente en busca de la puerta de chiqueros, el lugar por donde había salido al ruedo y que quedaba muy próxima al lugar en donde el torero le había dado la estocada.

Hay un momento en vuelve sobre sus propios pasos y se queda mirando al torero y al puntillero (¿querría decirles algo?), para volver de nuevo a buscar la puerta de salida. Fijaos que lo que lleva el matador en su mano es el verduguillo, que de forma cobarde no se atrevió a utilizar. Hubiera sido sencillo descabellar al animal, seccionar la médula espinal, dejar al toro tetrapléjico y haber facilitado la labor del subalterno. Es más sencillo y menos peligroso introducir el cuchillo en toro con la cabeza ladeada que estando con ella en alto.

De nuevo, el toro se detiene y vuelve a caer. De nuevo se acerca el puntillero y le saca el estoque. Lo que se busca con esta maniobra es aumentar la hemorragia en la cavidad torácica, para intentar acelerar la muerte. Y otra vez, un nuevo puntillazo. La sangre empieza a manar en mayor cantidad por la boca y los ollares.

Un nuevo puntillazo, y el subalterno intenta, cogiendo los cuernos del toro, colocarlo de lado, cosa que no consigue. El toro sigue agonizando.

Dos nuevos puntillazos y el toro de nuevo se levanta, mientras el subalterno mira al torero con cara de no entender nada.
Y de nuevo el animal se pone en marcha, buscando la salida de la plaza.

Y de nuevo se da la vuelta y de nuevo da unos cortos pasos.

Y de nuevo dobla las manos.

Y otro puntillazo, y otro y otro, y el toro, que tenía la cabeza posada sobre la arena la levanta.

Y otro puntillazo y otro, y otro más…

Esta es la estocada de recurso fulminante de la que habla Burladero. Una burla de burladores.