Andrew Sugden, jefe de la edición internacional de 'Science' habló ayer en Oviedo con EL MUNDO sobre los efectos positivos y perversos de esa sobreexposición a la opinión pública.
A lo largo de la interesante entrevista que puedes leer aquí, dice Andrew Sugden:
P.- Antes hablaba de 12.000 artículos científicos al año. ¿Hay un porcentaje de textos 'sospechosos' mayor ahora que hace 15 años?
R.- Ése es un tema interesante. Sí, tengo la percepción más o menos clara de que hay más textos 'sospechosos', pero no me atrevería a ofrecerle un porcentaje. Aunque eso no sólo tiene que ver con las presiones externas a los científicos. 'Science', igual que las demás revistas rigurosas, ha incrementado los filtros que imponemos a los estudios y, lógicamente, detectamos mejor las flaquezas de los estudios. Aún así, siempre hay gente que tiene talento para el fraude y que es capaz de engañarnos durante algún tiempo. Por fortuna, entonces, el propio proceso científico los termina desenmascarando. Hace un par de años tuvimos un caso así con un artículo fraudulento sobre las células madres. Cuando descubrimos que habíamos sido engañados, nos sentimos desolados. Pero, al mismo tiempo, comprobamos que el sistema funciona y que es la propia ciencia la que descubre los engaños. En ese sentido, fue reconfortante.
Pues eso, el tiempo pone a cada uno en su sitio.
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