Ayer, 1 de julio de 2012, la selección española de fútbol, de la que tú formas parte, hacía historia logrando su segundo título consecutivo en un Campeonato de Europa, dos años después de proclamarse campeona del mundo en Sudáfrica. Ninguna nación hizo algo similar. Mi enhorabuena por lo conseguido. El eterno equipo perdedor se ha convertido en los últimos cuatro años en el eterno ganador. Ya estamos buscando rival para la final del 2014 en el campeonato del mundo de Brasil.
Debo reconocer que ya no me emociono con estos acontecimientos. Debe ser que los años y la experiencia acumulada, me hacen medir con prismas distintos según qué cosas ocurren a mi alrededor. He dicho que no me emocionan, lo que no quiere decir que no me alegren, eso si, con moderación. Dicen que dada la situación económica de nuestro país, que se desmorona, no vienen mal este tipo de satisfacciones. Es posible.
Hoy, las calles de Madrid se llenarán de hinchas entusiastas, de gente que agobiada por los problemas cotidianos, dará rienda suelta a sus instintos patrióticos celebrando vuestro gran éxito y os recibirá en olor de multitud. Ya sabes: “Yo soy español, español, español…” “No hay dos sin tres…" “Soy español: ¿a qué quieres que te gane?"
Y aclarado todo esto, hay algo que me ha producido una sensación desagradable, que me ha incomodado y por qué no decirlo, me ha provocado asco. Te aseguro que fuimos muchos los que no nos identificamos con tu gesto, muchos los que apretamos los puños e insultamos a la pantalla del televisor e indirectamente a ti cómo resulta lógico y fácil de imaginar. Por si no lo sabes, aunque estoy seguro de que eres consciente de ello (ahí están tus declaraciones justificando lo que hiciste), en nuestro país hay una amplia mayoría de detractores de lo que quisiste representar, y de paso fomentar y promocionar. Estamos en contra del maltrato animal, del que los festejos taurinos son el máximo exponente. Y digo el máximo, porque están autorizados y sirven de diversión. Si tú le hicieras a un perro o a un caballo lo que le hace un torero a un toro, serías detenido, juzgado y condenado. Lo de la pena que te caería ya es otra historia.
No es la primera vez que lo haces. Te he visto festejar tus merecidos triunfos de la misma forma en varias ocasiones, pero es la primera que haces extensiva tu celebración a tus compañeros de equipo. Dicen, en la página del medio de información taurino “Aplausos”, que en un diálogo vía Twitter con Talavante de la Puebla (el torero que al parecer te había dado su capote) hacías la siguiente afirmación:
“La selección se alegra de lo que hacéis los toreros”.
No sé la razón por la que te atreves a declarar esto. De hecho, las imágenes que vimos por televisión la noche del 1 de julio nos mostraron a UN jugador, tú, en una esquina del campo, que capote en mano daba unos pases de torero y saludaba al “respetable” una vez terminada la “faena” con el toro imaginario. ¿Dónde estaban el resto de los compañeros que se alegraban de la representación que ponías en escena? ¿Había más capotes en el vestuario de la selección esperando el triunfo? Lo pregunto por qué no vi a ninguno de los jugadores de la selección española aplaudirte o acompañarte en tu particular celebración tras el éxito obtenido. Tampoco puedo describir con estas letras las caras que ponían mientras hacías la exhibición, ya que sus rostros no nos los mostraron las cámaras de televisión. Y digo esto sabiendo que no eres el único miembro del equipo que es aficionado a los toros. Sé que lo son Casillas y también el seleccionador Vicente del Bosque, aunque seguro que hay algunos más. La diferencia entre tú y ellos es el respeto. Respeto a una mayoría, sí, mayoría de ciudadanos que nos molesta que se identifique a nuestro país con una práctica cruel de maltrato animal. No creo que sea difícil de entender para tu capacidad intelectual. ¿Lo es? De ser así, es decir, que seas incapaz de entenderlo, flaco favor le estás haciendo al mundo de la tauromaquia, que aprovechando la coyuntura se ha hecho eco de tu excelsa faena en la hierba del estadio de Kiev, calificándola como un “guiño favorable”. Reconozco que este tipo de actitudes, las de los medios taurinos, son comprensibles.
Nosotros también “aprovechamos” el gesto de Maite Martínez, cuando hace cinco años despreció, devolviéndola al lugar de donde se le había lanzado , una bandera de España con la silueta del toro, el día que obtuvo la medalla de bronce en los Mundiales de Osaka en la modalidad atlética en la que competía (800 metros lisos). También nos hemos “aprovechado” de todo el equipo nacional de gimnasia artística masculina (incluido su cuerpo técnico) y de parte del equipo femenino, así como de algunas nadadoras del equipo nacional de natación sincronizada, que rompieron una lanza contra el Toro de Tordesillas y que recientemente han firmado un manifiesto en contra de las subvenciones que recibe la tauromaquia y de los recortes en sanidad y educación; manifiesto que muy pronto verá la luz. Si he de serte sincero, nos sentimos orgullosos de contar con todos ellos, porque representan el esfuerzo y la superación en el deporte sin recibir grandes prebendas materiales por su trabajo. En definitiva, por amor, sin más. Espero que entiendas la diferencia que podemos establecer entre unas actitudes y las otras, sin despreciar el duro camino que tú y todos tus compañeros de selección habéis recorrido para llegar donde habéis llegado. Evidentemente es para sentirse orgulloso.
Los otros miembros de la selección española de fútbol, mientras no se manifiesten públicamente, no se muestran favorables a nada, es decir, no pueden ser tus cómplices. A los abolicionistas nos encantaría que algunos jugadores de “La Roja” nos dijeran públicamente que es lo que piensan de tus “excesos” taurinos, aunque me temo que no va a ser imposible. ¿Algún voluntario?
De 23 jugadores, además de los miembros del cuerpo técnico, has sido el único que mostró su alegría de esa forma.
Soy consciente de que con esta reflexión no seré capaz de hacerte cambiar. Sé que la próxima vez que alcances algún triunfo, sin duda merecido, volverás a sacar el capote, vete a saber de qué torero, y que muchos nos sentiremos ofendidos y molestos, y que volveremos a insultar al televisor, en el que, no lo olvides, estarás tú con tu capote. Sé que te dará lo mismo.
Dado tu privilegiado estatus social, lo que opinemos de tus acciones los demás (no todos, cómo resulta evidente) será como la embestida de un toro imaginario a tu capote, al que te quitarás de encima con una verónica, ya que los naturales ceñidos los dejaremos para tu amigo Talavante, que los hace ajustados y como nadie.
Atentamente
José Enrique Zaldívar Laguía.