-Pecados capitales para Zapatero, ¿la penitencia se antoja cruel?
-Lo de los toros, afortunadamente, sólo es en Cataluña, de modo que espero que en el resto del país no pase nunca. Y la persecución de los fumadores, en fin... es un contrasentido. El Estado vende el tabaco, se lucra con él y luego prohíbe su uso. Debe de ser el único producto del mundo cuyo vendedor se encarga después de prohibirlo.
Se confunde el señor Savater en el tema del tabaco, y evidentemente lo hace con conocimiento de causa. Nadie ha prohibido el fumar en España, sino que se ha limitado este acto en el que cada uno es libre de realizarlo o no en determinados espacios.. Son muchos los lugares en los que yo, fumador, puedo hacerlo. Es decir, se ha regulado el consumo, pero no se ha prohibido. Hasta en los aeropuertos hay zonas delimitadas para fumadores. En la calle, en mi casa, en los bares y restaurantes autorizados, en las plazas de toros, en el fútbol. Lo que está prohibido es que el humo sea molesto y perjudique a los que no fuman, simplemente.
-No tomarás el nombre de la ética en vano, viene a decir usted.
-Para prohibir los toros hace falta una motivación ética que, en ningún caso, existe. La ética trata de la relación de los humanos con sus semejantes y no con los animales. Parece que ahora lo hemos olvidado para abrazarnos a las religiones orientales, cuando vivimos en un estado laico en el que nos hemos zafado de los dogmas del catolicismo. No es verdad que la corrida sea inmoral en sí misma y, por lo tanto, no hay justificación moral para su abolición. El hecho de que a un señor no le gusten o que a la sensibilidad de uno le repela, no basta.
¿Vivimos en un estado laico? Esta es la primera noticia que tengo al respecto. Vivimos en un estado que subvenciona sin cortapisas a algunas religiones, y en especial a la católica, manteniendo numerosos acuerdos de colaboración con el estado Vaticano. Nuestra constitución habla de aconfesionalidad, que no es lo mismo que decir que España es un estado laico.
Cada uno se abraza a las religiones que le da la gana, pero buscar en las de procedencia oriental la razón de que en España exista un fuerte, que no anecdótico, movimiento abolicionista, es haber reflexionado muy poco sobre el tema.
Recientemente se han desarrollado una importante feria ganadera que recibe el nombre de SEPOR. En la misma, se ha hablado mucho del bienestar en las explotaciones animales, y Antonio Velarde (IRTA) pronunció una frase que quizás a usted le suene a "chino" (por aquello de lo oriental), pero que explica perfectamente lo que se está debatiendo: "sabemos que la preocupación por el bienestar animal no es científica, es social, es una convicción moral". ¿Qué es moral o qué es inmoral?
Si consideramos la ética como el conjunto de normas morales que rigen la conducta humana, deberemos pensar que en ella tiene cabida nuestro comportamiento con respecto a otras especies animales que nos rodean, y a nuestro entorno, y que el máximo respeto hacia ellas debe formar parte de nuestras acciones.
-A su juicio, la abolición supone un regreso a la Inquisición. ¿A quién señala como Torquemada?
-Sabemos que los animalistas, los antitaurinos son un género muy irritable, muy dado a prohibir. Y, en este caso, encontraron una audiencia en el Parlamento catalán que, por querer marcar una separación con España, aceptó ese planteamiento. ¿Torquemada? Todos los que votaron a favor de prohibir.
Lo que sabemos es que los taurinos han campado a sus anchas en nuestro país durante muchos años, y que ahora ven cuestionada su afición, por un numeroso grupo de ciudadanos que les está señalando con el dedo. Ir a una plaza de toros empieza a resultar incómodo hasta para los toreros, que reciben los reproches de una parte de la población. Los medios hablan del movimiento abolicionista, las imágenes de la crueldad pueden ser visionadas en muchas páginas de internet, las crónicas contra la tauromaquia ocupan páginas y páginas de periódicos.
La irritación viene de ellos, de ver que su libertad de promover y fomentar un acto de maltrato animal como es la lidia y otros espectáculos en los que se utiliza a los toros, empiezan a crear repulsión en un amplio sector de la población. Antes, no había debate ni contestación. La diferencia entre Torquemada y nosotros es evidente. ¿Cree usted que con Torquemada, el Inquisidor General de Castilla y Aragón, habría sido posible un debate como el que se ha llevado a cabo en el Parlamento catalán?Fernando Savater: "Si a alguien le gustara ver matar iría al matadero y no a los toros"
Rodeado de taurinos, en la madrileña plaza de Las Ventas, Fernando Savater presentó hace unos días 'Tauroética'. Un libro que nace al albor de la prohibición en Cataluña de las corridas de toros, pero que, según su propio autor "no es un alegato" a favor de la lidia, sino una reflexión "contra las argumentaciones moralistas de quienes quieren suprimirlas"."Prohibir a José Tomas en Catalunya y permitir los Correbous es una paradoja"
Profesor universitario de ética durante décadas en varias universidades, Fernando Savater analiza en este libro la relación de los humanos con los animales, su evolución a lo largo de los años, así como el significado moral del dolor y de la muerte en los cosos.
Animales por su uso
Savater ante las tesis de quienes persiguen la abolición de las corridas de toros. Y es que la tendencia a vivir en las ciudades y la distancia de los ciudadanos con el campo ha mutado nuestra interrelación con los animales para el filósofo. "Por una parte los animales se van convirtiendo en algo material, algo que se come y se usa, mientras por otro lado, hay otros animales que se prestan a una humanización forzosa, por ejemplo a los perritos se les obliga a parecerse a bebés", argumenta Savater.
Una conclusión que relaciona con otras prácticas como la caza del zorro prohibida en Gran Bretaña, "en contra de la opinión generalizada de la gente del campo", apunta, las peleas de perros o de gallos, pero que le conduce a una "orientalización" en los planteamientos de los ecologistas y los antitaurinos. "La vinculación con la naturaleza y el cosmos son propias de la religión budista, pero no de la tradición occidental". Esta sensibilidad adquirida y la degradación de la lidia que responsabiliza a los taurinos es la que ha desvirtuado las corridas de toros, según Savater.
Nadie obliga a los perritos a parecerse a bebés, pero al toro si se le obliga a "combatir". Los perros son animales domésticos desde hace siglos, y lo son porque, en un principio, el ser humano se sirvió y se sirve de ellos para muchos fines: caza, guarda, defensa, salvamento, detección de drogas y explosivos, tareas sociales, asistencia a discapacitados, o como animal de compañía. Y dado que les exigimos determinados comportamientos, que evidentemente no están reñidos con su naturaleza, les debemos respeto, y les debemos dotar del máximo bienestar posible. Sabemos distinguir entre un humano y un cánido de compañía , aunque a usted le parezca inverosímil. Quizás le atraiga más la idea del perro lleno de pulgas, tenias, y garrapatas, comiendo sobras de comida, y atado con una cuerda, o vagabundeando por los pueblos alimentándose de basura. Digamos que en este cambio de comportamiento del humano con respecto al animal, ha tenido mucho que ver la ética que usted cuestiona, y con la moral de la que habla Valverde. Me parece que a usted le cuesta demasiado adaptarse a los cambios sociales. Eche un vistazo a Europa, y verá que, todavía, en España, nos falta un largo camino por recorrer. Los holandeses, franceses, ingleses, alemanes...tienen un profundo respeto por esos bebés a los que usted menciona, y creo que las religiones que prevalecen en esos países nada tienen que ver con el budismo.
. En esta misma línea el autor de 'Tauroética' explica el cambio en la sensibilidad que ha experimentado la sociedad. "No somos mejores personas o más morales por no matar nosotros el conejo que nos comemos. Nuestra sensibilidad ha evolucionado", asegura a GENTE Savater.
Evidentemente no me considero mejor persona que el mata a un conejo para COMERLO, pero sí que me considero mejor persona que el que mata un león, un elefante, un gorila, un hipopótamo, un perro, o un gato, por el placer de hacerlo, al igual que el que mata a un becerro, o a un toro en una plaza. El fin de estas muertes no es la obtención de un producto material para cubrir una necesidad fisiológica como es alimentarse, sino el disfrute activo o pasivo de estas acciones. Existe además un componente económico: el que cobra por facilitar o dar muerte a algunos de estos animales, o por poner el producto en el "mercado", y el que paga por ver como se llevan a cabo, o incluso por practicarlas. No estaría de menos que echara usted un vistazo a las muchas páginas que hay sobre safaris en África, y verá lo que cuesta abatir una cebra o una hiena. Con la tauromaquia pasa lo mismo, el dinero, y el lucro son lo único que hay detrás, disfrazado de arte y cultura. Y sí, es evidente que nuestra sensibilidad ha evolucionado, pero no la de todos.
"Los toros se remontan a la época en la que el toro era un animal al que vencer. Ahora hemos vencido a todas las especies y los vemos como pobres animalillos. Los animales se van convirtiendo en divinidades y van desapareciendo", asegura Savater quien afirma además que quien acude a los toros y contempla una buena faena no ve la sangre, ni busca el sufrimiento, lo que "ve es un espectáculo duro, fuerte. A nadie le gusta ver matar. Si fuera así iría al matadero municipal y no a los toros. Quien sólo ve sangre es quien nunca va a la plaza y no sabe dónde mirar. La culpa también es de los malos toreros que enseñan la parte oscura del toreo", explica el filósofo que reivindica la naturaleza del toro de lidia. "Torear a una oveja si que sería maltrato, pero un toro es para lo que existe".
El público que asiste a las plazas, estoy seguro, salvo excepciones, que no va a disfrutar de la muerte del toro, pero no olvide que el único que mata en una lidia es el torero, y no los espectadores. Nadie iría a un matadero para ver como matan a un ternero, porque existe una diferencia abismal entre ambos fines. No hay espectáculo en un matadero, no hay música, no hay alcohol, no hay rito, no hay sol, y además, por cuestiones higiénico sanitarias, está prohibida la entrada al personal no autorizado.
La existencia de un animal para que sea sometido a un espectáculo público de crueldad, obliga inevitablemente a plantearse su utilidad, aunque le debo informar, que son muchos más los toros y las vacas bravas que mueren en el matadero, que los que son lidiados o que las que son utilizadas para la crianza.
La parte oscura del toreo, el sufrimiento y la agonía del animal, existe, y está científicamente demostrada, y es cuando se les explica a ésos, a los que se les pasa por alto, cuando surgen las dudas, y aparece una razón más, para mi la de más peso, para que sean abolidas. No se trata sólo de no ver la sangre, sino de entender lo que ocurre en el interior de ese ser vivo, en sus órganos, glándulas, y sistemas, desde que sale al ruedo hasta que muere. Ya sé que es usted filósofo, pero no tendría el más mínimo inconveniente en explicarselo si está usted interesado. El hecho de que las graves alteraciones orgánicas que padecen no se vean, no quiere decir que no sucedan.
Sobre la polémica política que ha envuelto toda la prohibición en Cataluña Savater se muestra distante y afirma que no le "convence las proclamas del toro por la patria", pero señala que "la moral es un derecho de cada cual pero no un deber de nadie, ni tampoco de la sociedad", al tiempo que para él es significativa la paradoja de que "en Cataluña prohiban el arte de José Tomás, pero se permita y se proteja que la gente en el pueblo vaya detrás del toro y le tire cosas", en alusión a los conocidos 'correbous'.
En sus conclusiones, Fernando Savater muestra su preocupación por el futuro de la fiesta, pero no por las reivindicaciones de los antitaurinos, que considera una "anécdota", sino por la decadencia de los toros que depende para él de los propios taurinos, "si se pierde la bravura del toro, si el toro se convierte en un animal acomplejado que no ataca, las corridas caen", señala.
El señor Savater de correbous no debe saber nada: hombre, es preferible que le tiren un ejemplar de cualquier periódico ( y no doy nombres por no herir susceptibilidades), que el hecho de que le coloquen bolas de fuego en los cuernos o le aten sogas alrededor de los mismos; y mejor que vayan detrás del toro, que no delante.
Volvemos a las anécdotas, que ya he contestado antes. Menuda anécdota que se hayan prohibido las corridas en Cataluña, o que ya sean varias las comunidades en las que se han planteado iniciativas similares, o que en Madrid se juntaran 20.000 personas en una manifestación, o que se haya producido un profundo debate social, o incluso que usted haya sacado un libro aprovechando la coyuntura.
¡Benditas anécdotas!
Animales por su uso
Savater ante las tesis de quienes persiguen la abolición de las corridas de toros. Y es que la tendencia a vivir en las ciudades y la distancia de los ciudadanos con el campo ha mutado nuestra interrelación con los animales para el filósofo. "Por una parte los animales se van convirtiendo en algo material, algo que se come y se usa, mientras por otro lado, hay otros animales que se prestan a una humanización forzosa, por ejemplo a los perritos se les obliga a parecerse a bebés", argumenta Savater.
Una conclusión que relaciona con otras prácticas como la caza del zorro prohibida en Gran Bretaña, "en contra de la opinión generalizada de la gente del campo", apunta, las peleas de perros o de gallos, pero que le conduce a una "orientalización" en los planteamientos de los ecologistas y los antitaurinos. "La vinculación con la naturaleza y el cosmos son propias de la religión budista, pero no de la tradición occidental". Esta sensibilidad adquirida y la degradación de la lidia que responsabiliza a los taurinos es la que ha desvirtuado las corridas de toros, según Savater.
Nadie obliga a los perritos a parecerse a bebés, pero al toro si se le obliga a "combatir". Los perros son animales domésticos desde hace siglos, y lo son porque, en un principio, el ser humano se sirvió y se sirve de ellos para muchos fines: caza, guarda, defensa, salvamento, detección de drogas y explosivos, tareas sociales, asistencia a discapacitados, o como animal de compañía. Y dado que les exigimos determinados comportamientos, que evidentemente no están reñidos con su naturaleza, les debemos respeto, y les debemos dotar del máximo bienestar posible. Sabemos distinguir entre un humano y un cánido de compañía , aunque a usted le parezca inverosímil. Quizás le atraiga más la idea del perro lleno de pulgas, tenias, y garrapatas, comiendo sobras de comida, y atado con una cuerda, o vagabundeando por los pueblos alimentándose de basura. Digamos que en este cambio de comportamiento del humano con respecto al animal, ha tenido mucho que ver la ética que usted cuestiona, y con la moral de la que habla Valverde. Me parece que a usted le cuesta demasiado adaptarse a los cambios sociales. Eche un vistazo a Europa, y verá que, todavía, en España, nos falta un largo camino por recorrer. Los holandeses, franceses, ingleses, alemanes...tienen un profundo respeto por esos bebés a los que usted menciona, y creo que las religiones que prevalecen en esos países nada tienen que ver con el budismo.
. En esta misma línea el autor de 'Tauroética' explica el cambio en la sensibilidad que ha experimentado la sociedad. "No somos mejores personas o más morales por no matar nosotros el conejo que nos comemos. Nuestra sensibilidad ha evolucionado", asegura a GENTE Savater.
Evidentemente no me considero mejor persona que el mata a un conejo para COMERLO, pero sí que me considero mejor persona que el que mata un león, un elefante, un gorila, un hipopótamo, un perro, o un gato, por el placer de hacerlo, al igual que el que mata a un becerro, o a un toro en una plaza. El fin de estas muertes no es la obtención de un producto material para cubrir una necesidad fisiológica como es alimentarse, sino el disfrute activo o pasivo de estas acciones. Existe además un componente económico: el que cobra por facilitar o dar muerte a algunos de estos animales, o por poner el producto en el "mercado", y el que paga por ver como se llevan a cabo, o incluso por practicarlas. No estaría de menos que echara usted un vistazo a las muchas páginas que hay sobre safaris en África, y verá lo que cuesta abatir una cebra o una hiena. Con la tauromaquia pasa lo mismo, el dinero, y el lucro son lo único que hay detrás, disfrazado de arte y cultura. Y sí, es evidente que nuestra sensibilidad ha evolucionado, pero no la de todos.
"Los toros se remontan a la época en la que el toro era un animal al que vencer. Ahora hemos vencido a todas las especies y los vemos como pobres animalillos. Los animales se van convirtiendo en divinidades y van desapareciendo", asegura Savater quien afirma además que quien acude a los toros y contempla una buena faena no ve la sangre, ni busca el sufrimiento, lo que "ve es un espectáculo duro, fuerte. A nadie le gusta ver matar. Si fuera así iría al matadero municipal y no a los toros. Quien sólo ve sangre es quien nunca va a la plaza y no sabe dónde mirar. La culpa también es de los malos toreros que enseñan la parte oscura del toreo", explica el filósofo que reivindica la naturaleza del toro de lidia. "Torear a una oveja si que sería maltrato, pero un toro es para lo que existe".
El público que asiste a las plazas, estoy seguro, salvo excepciones, que no va a disfrutar de la muerte del toro, pero no olvide que el único que mata en una lidia es el torero, y no los espectadores. Nadie iría a un matadero para ver como matan a un ternero, porque existe una diferencia abismal entre ambos fines. No hay espectáculo en un matadero, no hay música, no hay alcohol, no hay rito, no hay sol, y además, por cuestiones higiénico sanitarias, está prohibida la entrada al personal no autorizado.
La existencia de un animal para que sea sometido a un espectáculo público de crueldad, obliga inevitablemente a plantearse su utilidad, aunque le debo informar, que son muchos más los toros y las vacas bravas que mueren en el matadero, que los que son lidiados o que las que son utilizadas para la crianza.
La parte oscura del toreo, el sufrimiento y la agonía del animal, existe, y está científicamente demostrada, y es cuando se les explica a ésos, a los que se les pasa por alto, cuando surgen las dudas, y aparece una razón más, para mi la de más peso, para que sean abolidas. No se trata sólo de no ver la sangre, sino de entender lo que ocurre en el interior de ese ser vivo, en sus órganos, glándulas, y sistemas, desde que sale al ruedo hasta que muere. Ya sé que es usted filósofo, pero no tendría el más mínimo inconveniente en explicarselo si está usted interesado. El hecho de que las graves alteraciones orgánicas que padecen no se vean, no quiere decir que no sucedan.
Sobre la polémica política que ha envuelto toda la prohibición en Cataluña Savater se muestra distante y afirma que no le "convence las proclamas del toro por la patria", pero señala que "la moral es un derecho de cada cual pero no un deber de nadie, ni tampoco de la sociedad", al tiempo que para él es significativa la paradoja de que "en Cataluña prohiban el arte de José Tomás, pero se permita y se proteja que la gente en el pueblo vaya detrás del toro y le tire cosas", en alusión a los conocidos 'correbous'.
En sus conclusiones, Fernando Savater muestra su preocupación por el futuro de la fiesta, pero no por las reivindicaciones de los antitaurinos, que considera una "anécdota", sino por la decadencia de los toros que depende para él de los propios taurinos, "si se pierde la bravura del toro, si el toro se convierte en un animal acomplejado que no ataca, las corridas caen", señala.
El señor Savater de correbous no debe saber nada: hombre, es preferible que le tiren un ejemplar de cualquier periódico ( y no doy nombres por no herir susceptibilidades), que el hecho de que le coloquen bolas de fuego en los cuernos o le aten sogas alrededor de los mismos; y mejor que vayan detrás del toro, que no delante.
Volvemos a las anécdotas, que ya he contestado antes. Menuda anécdota que se hayan prohibido las corridas en Cataluña, o que ya sean varias las comunidades en las que se han planteado iniciativas similares, o que en Madrid se juntaran 20.000 personas en una manifestación, o que se haya producido un profundo debate social, o incluso que usted haya sacado un libro aprovechando la coyuntura.
¡Benditas anécdotas!