lunes, 20 de septiembre de 2010

RESPUESTA DE AVAT AL SEÑOR MALPICA, PRESIDENTE DE AVET



El pasado 14 de septiembre, la agencia de noticias Europa Press, se hacía eco de unas declaraciones el presidente de AVET, sobre el festejo del Toro de la Vega, que se celebró ese mismo día en la localidad de Tordesillas (Valladolid).

El señor Malpica afirma estar de acuerdo con que, “se respeten las costumbres de cada pueblo, siempre y cuando se garantice el bienestar animal”, añadiendo que la fiesta forma parte de todas las regiones y lo principal es que, “se respeten las reglas de este tipo de actividades”, y que “siempre ha respetado las fiestas en las que el toro demuestra su bravura y su nobleza y puede defenderse”, como en las plazas de toros.

Termina la entrevista con la siguiente afirmación:: “Desconozco hasta que punto puede el toro desarrollar su defensa en una actividad como la de Tordesillas”, aunque, “como un espectáculo más, si que lo defienden” (sic)

Desde AVAT, queremos dar respuesta al señor Malpica, desconociendo si sus afirmaciones las hace a título personal, o en nombre de la asociación profesional que preside.

Las costumbres y tradiciones pueden ser muy positivas para la cultura de cualquier comunidad siempre y cuando el respeto a los animales no choque frontalmente con ellas. Toda manifestación popular en forma de festejo público, que ocasione un daño emocional o físico a un ser vivo, debe ser prohibida y abolida.

La “bravura” del toro es el resultado de tener que afrontar estímulos que le causan aversión, obligándole a desarrollar el tipo de respuestas a las que usted hace alusión. No debemos olvidar que, “el miedo puede inducir respuestas de aversión que sobrepasan a las del dolor, ya que esta sensación ayuda al individuo a sobrevivir al escapar de un peligro potencial, y también puede desencadenar una respuesta activa del tipo de agresión cuando la alternativa de huir es imposible y el animal no ha logrado ahuyentar al agente que le está provocando el miedo, no quedándole más recurso que enfrentarse a él”.

La situación antes descrita se da tanto en la lidia de estos animales como en el Toro de la Vega.

Lo que los taurinos llaman “bravura” y “nobleza” del toro, surge sólo en situaciones provocadas por el ser humano. En su estado natural, el toro de lidia podrá manifestar comportamientos parecidos en su lucha contra ejemplares de su misma o distinta especie, o ante estímulos propios de su naturaleza, que nada tienen que ver con los que desarrolla en ambientes hostiles como una plaza de toros, o en otros espectáculos populares.

Por tanto, el ser humano no tiene derecho a forzar sus respuestas emocionales por pura diversión, y menos para hacer aflorar supuestas reacciones “propias de su raza”, ante situaciones que son incompatibles con lo que conocemos como bienestar animal.  Las respuestas del toro de lidia en su medio natural, innatas y aprendidas, se derivan de sus necesidades biológicas, y no deben ser comparadas con las provocadas de forma artificial por el ser humano.

Bajo ningún concepto podemos admitir que se disculpen y aprueben este tipo de actividades en base al establecimiento de unas reglas sobre las que encubrir lo que supone maltrato, dolor, y sufrimiento para el toro de lidia.

Le recordamos al señor Malpica que existe un código deontológico profesional, aprobado por la Asamblea General de Presidentes del CGCVE (Consejo General de Colegios de Veterinarios de España) de 16 de diciembre de 2006, y que es de obligado uso y cumplimiento para toda la profesión veterinaria, y en el que se puede leer:

Punto 5: La salvaguarda de la vida, la salud, la dignidad y el bienestar animal.

Cualquier acción, como es la defensa de la lidia, o de espectáculos populares en los que el toro bravo es protagonista, y en los que se le provoca sufrimiento, dolor, estrés, angustia, desesperanza, ansiedad, e incluso ira, con el único fin de hacer prevalecer costumbres arcaicas en la España del siglo XXI, y de satisfacer las necesidades de diversión y entretenimiento de una parte de los ciudadanos, atenta contra la misma base ética de la deontología que los veterinarios nos hemos impuesto.

Debemos por tanto dejar de ser parte activa de ellas, y dejar de contribuir a su fomento, y mantenimiento, no desarrollando actividades como son: las subvenciones de nuestros órganos de representación a entidades taurinas como la Mesa del Toro, llegando incluso a formar parte de ellas, el otorgamiento de galardones, y premios a ganaderos y toreros, la cesión de espacios que son propiedad de todos los veterinarios colegiados, sean éstos taurinos o abolicionistas, para exposiciones, y charlas no científicas relacionadas con la tauromaquia, como sucede en la actualidad.

Nuestra misión debe ser mantener la salud, y bienestar de estos animales desarrollando y poniendo en práctica los conocimientos que nuestra titulación y preparación nos otorga.

No deja de ser sorprendente y contradictorio, aunque respetable, que algunos compañeros de profesión, dediquen parte de su tiempo de su actividad profesional a certificar que un animal se encuentra en perfecto estado de salud para ser sometido a un espectáculo cruel como es la lidia o para que sea alanceado a campo abierto, tras ser acosado y perseguido por cientos de personas, con independencia de las reglas establecidas, y del comportamiento, y las respuestas que el toro pueda desarrollar.

No es racional que el código penal castigue el maltrato de animales domésticos, e incluso el de otras razas de bóvidos, y que haga una excepción en base a una tradición, a una fiesta o espectáculo de interés turístico nacional o local, o a una manifestación de interés cultural en la que el protagonista es el toro de lidia.

Del mismo modo, no es racional que los veterinarios llevemos años tratando de dignificar nuestra profesión, mejorando la salud, y el bienestar de nuestros pacientes, sean éstos de la especie que sean, y que hagamos una excepción firmando actas de reconocimiento y de defunción de animales, que antes de morir fueron sometidos a un brutal castigo físico y psíquico, porque, según se dice, nacieron y fueron criados con ese fin.



Miguel Ibañez.

Rafael Luna.

Marta Jimeno.

Lina Sáez.

Patricia Garrido.

Walter Suarez.

Francesc Minguell.

José Enrique Zaldívar.



Junta Directiva de la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia.

2 comentarios:

Mabel G. dijo...

Mis sinceras felicitaciones por la respuesta.
Algún día, estos cretinos aprenderán nuestro alfabeto: el de las personas con sentimientos !

clariana dijo...

El día que toda esta gente que apoya y fomenta tantísima crueldad hacia el toro, cambien su mentalidad o dejen sus puestos a personas más preparadas, más sensibles y más humanas, se habrá dado un gran paso en nuestro incivilizado país. Si algunos de los que estudian para veterinarios y de los que ya son veterinarios fuesen realmente vocacionales y profesionales, se darían cuenta que están desaprovechando una gran oportunidad para sacar de ese infierno -que el humano ha ingeniado para ellos- a tantos y tantos animales que nada han hecho para merecerlo y de una manera extrema el toro.
Creo que vuestra respuesta de AVAT es muy adecuada, elaborada y sobretodo CON SENTIMIENTO HACIA EL ANIMAL.