Antes de iniciar la exposición del artículo que vais a tener la oportunidad de leer en este número de El Mundo del Gato, debo manifestar que mi interés sobre el tratamiento del cáncer exceptuando las técnicas quirúrgicas, ha sido hasta hace muy poco, nulo. Recientemente ha llegado a mis manos un excelente libro sobre ésta especialidad de la clínica veterinaria de pequeños animales, y dado que cada día son más los compañeros que dedican su tiempo a esta disciplina, he creído conveniente la publicación de un par de artículos al respecto. En el primero escribiré sobre las generalidades que rodean a la oncología, y en el siguiente me centraré en las posibilidades de tratamiento de la que son susceptibles algunos de los tumores más frecuentes en la especie felina.
La pregunta es sencilla: ¿Por qué deben los veterinarios estar interesados en el cáncer en pequeños animales? Pues la respuesta también es sencilla: cada día son más los casos de cáncer que vemos en nuestras clínicas. Podemos buscar muchas razones, pero evidentemente, la más convincente es que cada día los gatos viven más años. Desde que el cáncer es, con frecuencia, una enfermedad de animales mayores, el precio que pagan por vivir más tiempo incrementa las posibilidades de desarrollarlo.
De los 90 millones de gatos que viven en Estados Unidos, al menos 4 millones pueden desarrollar cáncer cada año. En 1998 una encuesta desarrollada sobre la salud animal, en más de 2000 encuestados, indicó que el cáncer fue la principal causa de muerte por enfermedad en gatos (32%). El gran desarrollo que ha mostrado la medicina humana en este tipo de desafíos, ha conducido a que los veterinarios tengan hoy la capacidad de tener alternativas terapéuticas para intentar paliar los devastadores efectos de este tipo de enfermedad en los pequeños animales. Teniendo en cuenta esta premisa, podemos decir que los veterinarios debemos enfocar a la mascota con cáncer de manera positiva, compasiva y con conocimiento. Les debemos a nuestros animales de compañía y a vosotros, sus propietarios, el estar bien informados y a la última en los tratamientos para prevenir que se extiendan sentimientos de desesperanza innecesarios.
Un dato sumamente importante en el desarrollo de las investigaciones para tratar el cáncer en gatos, es el hecho de que estos, comparten el mismo ambiente que sus propietarios y pueden servir de centinelas epidemiológicos y etiológicos que causan la evolución de los modelos de desarrollo del cáncer en seres humanos.
La mayoría de los tumores en animales progresarán a un ritmo más rápido que en sus homólogos humanos. Esto permitirá una determinación más rápida de los estadios finales, como el tiempo de metástasis, la recurrencia local y la supervivencia. Lamentablemente, y ésta es una de las razones que me han mantenido durante mucho tiempo alejado de esta parte de la medicina veterinaria, los ensayos clínicos en gatos, pueden ser objeto de abusos y permitir tratamientos diversos y poco éticos. La afirmación de que: "tenemos la obligación de no negar a nuestros pacientes un tratamiento eficaz conocido" es la que me ha llevado a proponer este artículo, pero: ¿podemos planificar unas pruebas clínicas prospectivas bien diseñadas de nuevos métodos de tratamiento? Creo qué, cuando tenemos a la posibilidad de alargar la vida de vuestro gato durante un periodo razonable de tiempo, sin que el tratamiento establecido suponga alargar el sufrimiento de vuestra mascota, la respuesta será sí. No lo será cuando lo único que persigamos sea aumentar la factura a sabiendas de que no vamos a conseguir ninguna mejoría. Por desgracia, casos como el mencionado, se dan con demasiada frecuencia en mi profesión, en éste y en otros aspectos de la misma.
Actualmente se da un hecho de suma importancia en la investigación del cáncer: los nuevos métodos de tratamiento son cada día más difíciles de realizar en animales de laboratorio sanos debido a los grupos de defensa de los animales. Esto hace que los animales con tumores de aparición espontánea sean herramientas de investigación más atractivas y moralmente más aceptables en el futuro, pero no debe implicar una "investigación" mal concebida y ejecutada en cualquier animal. No todo puede ser permitido, y se deben establecer determinadas barreras morales y éticas que los códigos deontológicos de la profesión veterinaria se ha demostrado hace tiempo que son incapaces de hacer cumplir.
Los veterinarios somos conscientes de que no todos los propietarios accederán a que su animal reciba tratamientos pre o post quirúrgicos contra el cáncer, pero también sabemos que existe un grupo de ellos que si estará dispuesto. El trabajo con estos propietarios puede ser un aspecto muy satisfactorio dentro de una especialidad, en ocasiones, muy frustante. Podemos decir que los retos y logros en oncología han sido en ocasiones impresionantes, y que la investigación en este campo ofrece oportunidades ilimitadas para la búsqueda de conocimientos en beneficio de los animales y de la humanidad.
En palabras de Mooney S: "el cáncer, a diferencia de la política y la religión, no es un tema de controversia. Cáncer no es otra palabra para decir muerte. Tampoco es una enfermedad única que tiene cura. En cambio, tiene diferentes formas, y cada una de estas formas responde de forma diferente a los tratamientos".
La evidencia de que el cáncer tiene un origen genético es ahora irrefutable. Las investigaciones que se iniciaron en los años 50 allanaron el camino para la identificación de una gran cantidad de genes relacionados con el cáncer. Desde entonces, han sido identificados varios cientos de ellos que pueden actuar como oncogenes o genes supresores de tumores.
La genética del cáncer se basa en lo que se denomina IPP, es decir, "Iniciación, Promoción, Progresión", que no es más que, un punto de partida útil para definir las bases genéticas del cáncer. Podemos decir que el cáncer es una enfermedad compleja y multigénica, y este modelo es uno de los primeros en reconocer una progresión secuencial de mutaciones que pueden contar para el cáncer. En el modelo IPP, una mutación genética dota a una célula con un ilimitado potencial de replicarse, o con otras ventajas a nivel de supervivencia o crecimiento con respecto a otras células de su medio ambiente (iniciación). Por si sola, esta mutación no es suficiente para dar lugar al desarrollo del tumor, ya que la célula sigue estando limitada a factores ambientales. Una segunda mutación (o una serie de mutaciones) aumenta más la capacidad de la célula para competir con las vecinas en este entorno, llevando este potencial de expansión a una masa tumoral reconocible (promoción). Por último, una tercera serie de mutaciones refuerza el potencial de las células malignas (invasión, destrucción del tejido y metástasis) que conducen a la enfermedad clínica (progresión). Podemos decir por tanto que, las mejoras en la prevención y el tratamiento, necesitarán de una clara y profunda comprensión de las bases genéticas del cáncer para idear estrategias que inhiban o hagan retroceder los actos relacionados con la promoción y la progresión.
Se calcula que al menos cinco eventos mutacionales se necesitan para una transformación maligna manifiesta, y que parece ser necesaria una inestabilidad del genoma para provocar una autorenovación de la población celular cuya descendencia crecerá para causar una enfermedad clínica. Por último, una subpoblación que está dotada con propiedades metastásicas y es resistente a las drogas, conduce a la muerte del paciente con cáncer. Los conocimientos actuales nos permiten predecir el comportamiento, el pronóstico y la respuesta al tratamiento de algunos tipos de cáncer, y creemos que la disponibilidad y utilidad de estas herramientas en la práctica clínica se ampliará rápidamente. Por lo tanto, cuando seamos capaces de mejorar nuestra compresión sobre los mecanismos fundamentales que dan cuenta de la transformación maligna y la progresión tumoral, seremos capaces de diseñar estrategias mejores para la prevención y terapia del cáncer.
El último informe sobre agentes carcinógenos elaborado en EEUU en el año 2005 hace referencia a 246 carcinógenos potenciales, de los cuales 58 se clasifican como "se conoce que son carcinogénicos en humanos" y 188 se clasifican como "previstos razonablemente como carcinogénicos en humanos". Mientras que no exista un informe sobre animales de compañía, es razonable asumir que exista un solapamiento considerable con las listas mencionadas para la especie humana.
-Factores químicos:
A pesar de la amplia evidencia de que la inspiración pasiva de humo aumenta el riesgo de cáncer de pulmón en las personas, los datos de este efecto en los gatos son menos convincentes. Estudios controlados con casos de cáncer pulmonar felino mostraron una débil relación entre la vida con un fumador y el desarrollo del cáncer de pulmón, y el riesgo no aumentó con un mayor índice de exposición al humo. En un estudio realizado en 80 gatos con linfoma maligno y 114 gatos control con enfermedad renal, demostró que el riesgo relativo de linfoma en gatos domésticos que viven en ambientes con humo de tabaco fue de 2,4. Se supone que la inhalación y la ingestión de compuestos carcinogénicos durante el acicalamiento puede predisponer a los gatos que viven en casas de fumadores a desarrollar carcinoma oral de células escamosas (SCC). Parece ser que la exposición al humo del tabaco estaba asociada a un incremento que dobla el riesgo de padecer un SCC.
-Pesticidas, herbicidas e insecticidas:
En el mismo estudio nombrado en el apartado del humo del tabaco, se describió un incremento del riesgo significativo del carcinoma oral de células escamosas (SCC) en gatos que llevaban collares antipulgas.
-Ambiente rural frente a urbano:
Aunque varios informes han evaluado las diferencias de incidencia de cáncer entre el ambiente rural y el urbano en animales de compañía, la causa subyacente para estas diferencias no está clara todavía.
-Luz solar:
Existe una relación demostrada entre la exposición excesiva al sol y la aparición de tumores cutáneos en gatos. La porción de espectro ultravioleta que tiene más probabilidades de ser responsable de las lesiones cutáneas no melanóticas en las personas y en los animales es el ultravioleta B (UV-B). La exposición a este espectro durante mucho tiempo induce tumores a través de mutaciones genéticas. La pigmentación clara de la piel y la exposición crónica al sol se han asociado al desarrollo de SCC facial, aural y del plano nasal en gatos blancos o parcialmente blancos.
- Trauma e inflamación crónica:
Se sabe que determinadas inflamaciones crónicas pueden provocar el desarrollo de tumores oculares en el gato que se traducen en sarcomas intraoculares. Otro tumor maligno que se asocia a la inflamación en el gato es el sarcoma felino asociado a la vacuna (VAFS). El riesgo de que un gato desarrolle un sarcoma postvacunal se estima en 1 de cada 1000 a 1 de cada 10000 vacunados. Este tipo de tumor lo analizaremos en el próximo artículo.
-Factores hormonales:
-Estrogenos y progesterona
En el desarrollo del tumor mamario felino, se piensa que los estrógenos y especialmente la progesterona juegan un papel importante, aunque los mecanismos subyacentes estén menos claros. Estudios previos han demostardo que las gatas enteras y aquellas expuestas con regularidad a la progestina y derivados (inyecciones y pastillas para inhibir el celo) tienen un mayor riesgo de desarrollar un tumor mamario. Sabemos que la ovariohisterectomía puede actuar como protección contra el desarrollo de tumores de glándulas mamarías. En un estudio, las gatas castradas a los 6 meses de edad tenían una reducción aproximada de 7 veces en el riesgo de desarrollar tumores mamarios en comparación con las gatas enteras. Las gatas esterilizadas antes del año de edad mostraron una reducción en las posibilidades de padecer cáncer de mama del 86% en comparación con las gatas que no fueron operadas.
-Virus que causan tumores en el gato
La papilomatosis vírica felina es una enfermedad rara causada por un papilomavirus específico del gato. En el gato doméstico las lesiones suelen afectar con frecuencia a áreas con pelo, mientras que en las razas éxoticas se encuentran con más frecuencia en la cavidad oral. Suele afectar a animales entre 6 y 13 años de edad, aunque a veces se han descrito en gatitos de 6 7 meses de edad. También se han observado en gatos que reciben terapia inmunosupresora y en aquellos afectados por el virus de la Inmunodeficiencia felina. Aunque los papilomas son neoplasias benignas se han asociado con otros tumores malignos del gato. Las lesiones en gatos difieren de las de los perros, debido a que se parecen más a placas que a verrugas. Las placas son de varios milímetros de diámetro, pueden ser blancas o pigmentadas, y son escamosas o grasientas.
Las infecciones retrovirales (Leucemia felina, Inmunodeficiencia felina, Sarcoma felino) se consideran la infección número uno en causas de morbilidad y mortalidad en el gato doméstico. Se cree que el gato, dentro de los animales de compañia, es el que se ve afectado por el mayor número de retrovirus, y estos virus producen un amplio espectro de enfermedades, entre ellas el cáncer.
El virus de la Leucemia felina (FeLV) y el de la Inmunodeficiencia felina (FIV) son capaces de producir tumores. El FeLV es facilmente inactivable por el calor y por la mayoría de los desinfectantes, sin embargo en exudados o sangre puede ser viable durante 48 horas (a 37ºC) o de 1 a 2 semanas (a 22ºC). Según esto es poco probable el contagio entre gatos a través de trasportines, salas de espera o mesas de exploración. Aunque la saliva puede contener por encima de 100000 partículas de virus por milímetro, es el contacto íntimo entre gatos lo que se necesita para su transmisión, es decir: lamido, mordiscos, acicalamiento, compartir bandejas para hacer las necesidades, y platos de comida o agua.
El FIV está presente en los fluidos corporales de los gatos infectados, pero a más baja concentración. No se piensa que sea muy contagioso y se transmite principalmente a través de mordeduras en las peleas de gatos.
En el próximo número de la revista, haremos un repaso a los cánceres más frecuentes del gato, la manera de diagnosticarlos, y en aquellos casos que resulte interesante, de tratarlos.
José Enrique Zaldívar Laguía.